Pedro y
Pablo Vicario son, hijos del matrimonio entre Poncio Vicario y Purísima del
Carmen y hermanos de Ángela Vicario. Se desarrollan como los antagonistas de
esta historia por ser los asesinos de Santiago Nascar, aunque también es
destacable, el trastorno que hay en su mente para llegar al punto de asesinar a
alguien.
Para
comenzar, pedro y pablo no eran tan diferentes uno del otro. De hecho, eran
gemelos.
Pedro
Vicario pasó unos años siendo militar, y su hermano siempre se dedicó a ser
carnicero. Una vez Pedro vuelve con su familia, se une al negocio de Pablo para
así sacar algo de dinero para la familia.
Estos dos,
vinieron siempre de una familia pobre, y al ver que Bayardo San Román quiere
casarse con su hermana menor, hacen todo lo posible para que el matrimonio se
haga real, ya que por una vez después de tantos años van a lograr tener algo de
dinero de sobra en su hogar.
Lo curioso
detrás de todo esto, es que son personas que fueron siempre reconocidas de buen
carácter y buenos vecinos, ayudando cuando se les necesitaba y trabajando más
que ninguno en su criadero y matadero de animales. Por eso cuando han de
anunciarle a medio pueblo a viva voz que quieren matar a Santiago Nascar, pocos
creyeron lo que oían.
Pedro Vicario y Pablo Vicario. |
Cuando se
enteran por parte de su pequeña hermana que Santiago Nascar la había golpeado
(cuando en realidad fue Bayardo San Román), se resuelven sin mayor duda a
asesinar a Santiago. Tal vez, ese cambio de mentalidad fue no solo por su
hermana, si no que habían perdido ante sus ojos una completa vida de comodidad.
Esa noche,
salieron de su casa con dos cuchillos de carnicería, los mismos que ocupaban
para matar a sus animales. Una vez afilados, se dedicaron toda la noche a
esperar a Nascar.
Ya es
contado lo que pasó, y como Santiago fue encontrado en el suelo con
acuchilladas por todos lados y las tripas separadas de su cuerpo.
Es
interesante, resolver como estos personajes después de tal acto, deciden
rendirse ante el cura alegando lo que ellos dicen “Ante dios y los hombres
–dijo Pablo Vicario-. Fue un asunto de honor” (P.60), y sin mostrar ningún
arrepentimiento durante su tiempo de reclusión.
Incluso,
sin mostrar signo alguno de arrepentimiento por lo sucedido, durante los
inicios de su estadía en la cárcel, vivieron una especie de remordimiento, sin
poder comer ni dormir nada. Solo pensando en el cuerpo de Nascar, pero no como
culpa por matar a alguien, sino como repugnancia por el acto de verlo en el
suelo lleno de sangre.
Una vez
salidos de la cárcel, ambos continúan su vida, sabiendo que lo que hicieron, lo
volverían a hacer por el honor de su familia.
Santiago Nascar, que en tu tumba no encuentres descanso. Porqué con lo que pagaste fue poco comparado a la gran deshonra que la más pequeña de los Vicario sufrió. Así qué, si vuelves a nacer te iré a matar otra vez.
ResponderEliminarOh, mi querido Pablo. Agradezco lo que hiciste por tu hermana. Incluso cuando me preguntaron por ti. Respondí "Estaba de acuerdo, incluso nunca me hubiera casado con él si no cumplía como hombre" (p.74).
ResponderEliminarHasta hoy, vivo feliz de casarme con tal ejemplar hombre
A pesar de que era tarde cuando visitaron la tienda, una vez me contaron lo que planeaban hacer, yo me alarmé un poco. Pero creí que eran falsas amenazas. Cuando vi la determinación y las armas, intenté avisarle a la policía, pero ya era muy tarde.
ResponderEliminar